Cuesta aceptar que estamos a un paso de disfrutar por última vez de un concierto de ASFALTO.

En los últimas semanas, meses, nos hemos cansado de leer y escuchar comentarios como que esta despedida, al igual que ha sucedido en tantos casos, con otros artistas, solo es una retirada ficticia. Una estrategia comercial.

No, definitivamente no. Si seguís las declaraciones que he venido realizando en diferentes medios, podéis dar por seguro que no hay posibilidad alguna de que, pasado un tiempo, cuando la nostalgia, las hipotéticas ofertas y, vete tú a saber que otras motivaciones intervengan, se produzca un retorno de ASFALTO a los directos.

¿Cuáles son los fundamentos de esta afirmación tan rotunda? Preguntaréis. Sí me habéis leído o escuchado al respecto, hay motivos más que sobrados para pensar que 50 años ya han sido suficiente camino. Es coherente dejarlo aquí. Es el momento. Está más que justificado.

Cuesta asumirlo pero la realidad es que en los últimos años los acontecimientos, la pandemia y la evidencia que se constata cuando se hace imposible la continuidad de un grupo que no toca lo suficiente como para garantizar que todos sus miembros se ganen la vida con ello, hacen que, de facto, el grupo deje de funcionar como tal. Entenderéis que me haya cansado de dar pedales cuesta arriba. Igual es que ya soy mayor. Supongo.

A lo largo de la historia, creo haber insuflado varias veces la energía suficiente para que la banda no visitase el almacén de desguace. Lo hice, tal vez, porque siento ASFALTO como algo intrínseco a mí. Un proyecto que merecía la pena dar continuidad. Un ejemplo fue el retorno de 2008, pues, de no haberse producido nos hubiéramos perdido los fantásticos conciertos y discos registrados desde entonces. Esto lo piensan muchos y lo pienso también yo. Pero ahora es diferente. Una vez que se ha llegado hasta aquí, por dignidad, por ética y por estética, que es lo mismo que decir: por respeto a nuestros seguidores, todo se alinea como para decir adiós y lo diré. Un adiós feliz, sin remordimientos ni rencores. Un adiós pletórico de satisfacción.

La noche del 13 de mayo, no voy a subirme al escenario triste. No lo voy a hacer, entre otras cosas por vosotros y por los viejos compañeros que han decidido estar junto a mí sobre el escenario. Definitivamente voy a celebrar la suerte que he tenido de haber formado parte de un proyecto como ASFALTO al que he dedicado tanta ilusión como ganas.

Pretender conjugar la vida en tiempo futuro, es solo un ejercicio de mera esperanza. Tengo claro que, si la energía no me falta, seguiré haciendo música y, como ya he dicho por ahí, hasta es posible que me siga subiendo puntualmente a algún escenario. No lo sé. Hoy por hoy, lo único cierto es que estoy a un paso de decir ADIOS ASFALTO dando las gracias por todo lo que me ha dado.

Julio Castejón.